Del número 83 o 84 (había perdido la cuenta)

AñoaUno Descabezar un sueño descabellado
Una mirada desde la oscuridad
FBG
La lejanía de la industria cultural
convierte a todos los que escribimos
en provincias, siendo la provincia la
certeza de la ausencia de una industria
cultural, en unos subproletarios de la
escritura, con independencia del
estatus social o de las editoras
institucionales que existan en la
provincia que habitemos.
Y siendo unos escritores sin público,
público como redundancia de
compradores de libros, la propia
actividad de escribir es un acto
gratuito.
Aproximadamente el mismo acto
gratuito que consiste en disparar al
primero que encuentres al salir de tu
portal a la manera surrealista.
Solamente que se dispara con un libro
regalado, tanto da si uno mismo lo
regala o por medio anda una
institución.
Así que un escritor en provincias lo
que lleva adelante es un regalo de su
expresión, su desnudez anímica que
antes ha elaborado de la mejor manera
posible. Y sin esperar a un lector, aquí
viene a cuento aquello de dejar de
esperar es dejar de temer, sino
sencillamente por preservar la voz
sobre el papel.
“Un paracaidista envuelto en llamas”
traspasa un dolor de cabeza a las
palabras que firmadas alcanzan un
valor salubre cierto. Así llevan a la
paradoja de que un acercamiento al
nihilismo, como un cometa que no se
detiene, reconduzca de nuevo a lo
sociable de la vida.
 
Sólo se tiene...
Sólo se tiene lo que se da. Al menos
intelectualmente.
Acabo de hojear un libro sobre el cine
de los sesenta. Unas cuantas de las
películas no las he visto, muchas sí. En
una de las que no he visto se incendia
una casa un día que nieva, salvan de
las llamas a un hombre pero como
tiene frío lo vuelven a acercar para que
se caliente...

Blas de Otero:

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Blas de Otero
Se puede decir que al enterrar a Blas
de Otero el 29 de julio de 1979 se
enterró la cultura antifranquista,
puede parecer una exageración pero ya
hay que afirmar sin lugar a dudas que
las políticas culturales de los primeros
ayuntamientos elegidos el 3 de abril de
1979 tuvieron mucho que ver con ese
final. Aquellos que habían sostenido el
antifranquismo cultural, sustrato que
fue del político, fueron orillados o
llanamente ninguneados. El porque fue
claro pero nadie lo dijo abiertamente,
los partidos mayoritarios de la
izquierda española habían renunciado
a pelear por cualquier futuro que no
fuera el actual a año 2006, monarquía
y capitalismo.
Y para conservar el capitalismo, la
monarquía y los sillones recién
adquiridos nada tendría que moverse
de su sitio recién inaugurado, por lo
que la cultura antifranquista, con visos
anticapitalistas, sobraba. De aquí ese
entusiasmo por esa modernización que
consistía en aunar a la subcultura
producida por el impacto del
imperialismo cultural en “parvenus” a
los que ni siquiera les cabía ese
concepto en la cabeza, oportunistas
sin más, con la ausencia, en algún caso
con homenaje después de muertos, de
aquellos que sostuvieron la lucha
contra la censura y por la cultura
durante la larga noche franquista.
Así que la fecha de la muerte de Blas
de Otero puede servir de límite entre
lo que pudo nacer y lo que nació, la
“movida”, que habría que llamar la
“detenida” porque sirvió para robar la
antorcha del progreso a las personas
que habían pasado por carros y
carretas contra el franquismo en
beneficio de las empresas “culturales” y
de los carreristas de toda laya o sea a
la progresía de arriba, empresarios, y
de abajo, subvencionados. Reuniéndose
así los actores de la contrarrevolución
cultural, los progres de esta tierra,
tomados por el güisqui, a los acordes
de los bafles de cualquier discoteca y
enalteciendo las pelis del lejano oeste
entre trago y aspiración.
Para recuperar algo de aquella cultura
antifranquista sin cuyo concurso no
habrá nueva cultura anticapitalista hay
que leer a Blas de Otero o al menos
escuchar los poemas suyos que canta
Paco Ibáñez.
Y en fin reanimémonos con aquello de:
Por más que el aspa le voltee
y España le derrote,
poderoso caballero
es Don Quijote.

Liberamos dos árboles
Exactamente hemos destruido la
cadena de moto que ceñía a uno, por
cierto que la fortaleza de una cadena
no es la de su eslabón más débil sino
la fortaleza de su candado. Y hemos
quitado unos alambres de acero que
ceñían a otro. Tanto en un caso como
en el otro han sido C*** y A*** los
ejecutores de la liberación de los
árboles.

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